26.8.08

Laberinto, huellas, arena

Esa textura que cautiva y agobia sin saber por qué. Pregunto si es que acaso es esa simple manta la que llevó a un contexto algo liviano y ligero de equipaje. Poco a poco la mochila a ido tomando peso, el que a ratos a concluído en una historia sin un final muy certero a simple vista. A pesar de eso, te propongo que nos introduzcamos en ese laberinto oscuro que creemos sin salida. Puede sonar algo iluso, incluso extraño, pero a ratos siento que es necesario correr ese riesgo. Si no, no estaríamos en nuestro sitio y nada hubiese ocurrido. Tal vez sería bueno no precipitarse. Quizás dejar que los huracanes azoten las costas de la bahía no es tan mala idea. No es que queramos ver damnificados, pero cambiar el ritmo a estas cosas, a nuestras cosas, puede que sea una buena solución. No significa tampoco ir corriendo tras respuestas o ir a ver a una gitana, sino que, simplemente, intentar hacer las cosas mas claras. Porque sería triste ver que todo se escapa como agua entre los dedos, o apreciar como la luz del sol se oculta tras los edificios sin haber corrido hacia la playa. Dicen que el último segundo antes de que éste se haya ido es especial. Dicen que se aprecia una especie de punto verde, casi por milésimas de segundo. Dicen que en ese instante hay que pedir un deseo. ¿No es que el verde era el color de la esperanza?. Bueno, como sea, todos tenemos ciertas esperanzas en nuestro interior, al igual que secretos. Te invito a caminar dejando huellas en la arena. Por mí, feliz de que dejes tus huellas en mi vida.

2.8.08

Ese tipo, ese

En algún minuto supe que lo encontraría. Que se cruzaría en mi camino de alguna forma. Siempre pensé que eran sueños vagos, ideas pasajeras e inherentes. Sabía que ocurriría, pero incitaba a mi mente a pensar que eran meros ilusionismos.
Un tipo que no debiera dar cuentas a nadie. Con una especie de mochila al hombro y jeans gastados. Dueño de nada. Que sus pies rozaran el piso de un departamento con una especie de vista a lo que es todo y nada a la vez. Que de vez en cuando tomase un trago e inhalara el humo de sus cigarrillos lentamente, sin apuro. Que fuera de mundo, protector y sabio. De mirada profunda y transparente, abismante y paralisante. Dulce y a la vez denso. Tenso, pero suave. Seguro de si mismo. Un trotamundo que ve el mundo como un libro abierto sobre su escritorio.
Pensaba que al mirarlo de lejos me atraería tal imán. Lo positivo a lo negativo. Un tipo que en la estación pasara casi inadvertido. Ya dentro del vagón su simple aroma guiaría mi camino. Físicamente hablando, ninguna característica en particular. En mis sueños no era un tipo rubio. Sí quizás algún tatuaje dando vueltas en alguna parte de su cuerpo, junto a un par de piercings. Tal vez. Todas esas características eran meras piezas de un rompecabezas que creaba en mi especie de inconciente. La mera idea de ligar una a una esas características, creaban un goce apenas comparable al disfrute de un trago con una inhalada.
Resultó que muchas de esas piezas quedaron. Se ocultaron en la sombra, y nadie las extrañó. Las ansias se cobijaron lentamente a ese ser que se cruzó de la nada.

Ahora, podría distinguirte en cualquier lugar. Sé que existes, y que quizás hayan mas especímenes con las piezas que quedaron olvidadas.

¿Demasiado bueno para ser verdad?. Sí, lo mismo presentí. Pero... por algo las cosas agotan, y me insitan a creer que todo fue parte de un sueño en que la ficción cobró vida en aquel cruce de lugares y palabras ajenas a este aquí y ahora.