
Pero las cosas cambian lentamente. Deben cambiar, aunque sea momentáneamente o producto de un ciclo que se repite mediante frecuencias dignas de una fórmula matemática. Cambia porque la inercia no persiste por siempre, y de una u otra forma algo se hará presente para encaminar las variables hacia nuevos puntos, hacia otras coordenadas de aquello que engloba el material tangible y ordinario.
Y así es como comienza a decantar la introspección. Mirada interna que a ratos se torna completamente necesaria para la subsistencia propia. Y allí es cuando me miro y pienso que algo se está escapando... una variable no encaja en lo que creía ver a primera instancia.
[Fluir sin un fin más que fluir...]